martes, 2 de marzo de 2010

“Aún hay tiempo”

Doce con veintidós, marcaba el reloj, mi cabeza giraba al ritmo del segundero, los pensamientos se distorsionaban como manchas de pintura cayendo deliberadamente sobre un lienzo en blanco de forma espontánea; veía imágenes, miedos desfigurados y soles en extinción. De mis manos brotaban chinches apestosas, de mis pies, el cosquilleo de larvas aproximándose a mis piernas. Horrorizado por tan espeluznante escena, vociferé varias palabras sin entendimiento alguno, comenzando a circular mis pasos en la espesura ennegrecida. Instantes después, mi cuerpo cubierto de sudor y miedo, se engullía con lentitud sobre un pantano; delante de mí, un espejo, y en él, el reflejo de un esperpento sombrío y desahuciado. El fango empezó a cubrir mi boca, fosas nasales y minutos después mis ojos, los cuales vislumbraban muy de cerca una luz cegadora disipándose por los alrededores de aquel océano en tinieblas, y así una calma en lo más recóndito de mi existencia subía cada escalón para liberar mi alma atrapada. Es entonces que dio inicio el preludio de mi recorrido espiritual.

2 comentarios:

Ivvy dijo...

Hace mucho que no aparecias!

majana dijo...

que fuerte!!!, me fui imaginando esas sensaciones.

La piel se me puso chinita.

Me encanto!

Saludos!