
por la que yace la contradicción de la vida,
aquello por quien los ojos observan
como un encuentro en el que desdeñan,
sombra y luz en la morada,
blanco y negro es el sabor,
con olor a tristeza y alegría
es lo que hay en el extraño corazón,
a los ojos del viejo ermitaño,
se encuentra el joven ruiseñor
que con dulces cantos de amor
amargan la existencia de un cuerpo soñador,
luz y oscuridad del universo en movimiento,
llantos y risas en completo estupor,
frágil y fuerte esencia existencial,
sobre el dócil sentimiento
del afanoso pensamiento,
grande mi locura,
pequeña mi cordura…”
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